jueves, 13 de noviembre de 2008

Oda a la futura fama

Ante el arrebato poético que me invade, y dado que a ciertas edades uno ya no está como para ir perdiendo el tiempo, aquí va otra nueva composición en la que el autor, haciendo gala de su inigualable capacidad prospectiva, anuncia nuevos y gloriosos tiempos que, a buen seguro, poco han de tardar en que acontezcan.

Oda a la futura fama

Quiero ser un poeta famoso
y trascender la muerte con la historia.
Escribir versos enormes, extensos, infinitos,
que dejen sin aliento a los lectores.
Quiero firmar libros por las ferias,
recorrer revistas, emisoras, televisiones.
Recibir algunos premios, importantes,
formar parte de jurados
y asistir a recepciones.
Cubrir mi biografía de glorias y de honores
y trocarlos por poder, dinero y sexo.
Y todo ello en las mismas proporciones.

Pero ando escaso de tiempo y de palabras,
arrugas y canas adornan mi semblante
y desconozco las artes de los grandes trovadores.
Tengo algunas palabras redondas, luminosas,
con rimas completas, consonantes.
Por ejemplo oropeles, anaqueles y laureles,
pero no sé qué pintan juntas en un verso.

Mas pronto espero que mi suerte cambie,
que llegue pronto el aura de las musas.
Entonces vendréis a mí, buitres sagaces,
a sorberme la sangre y el aliento.
Pero anclado en la gloria permanente
y con un trono excelso asegurado,
lanzaré exabruptos, insultos soeces
(que mi fama tornará en sarcasmos celestiales).
Extraños seréis los de la plebe,
no querré ni amigos, ni vecinos,
y despreciaré a mis propios familiares.
Tan sólo adictos fieles,
del arte siervos incondicionales,
podrán gozar de mi presencia etérea
y disfrutar bebiendo de mis mieles.


jueves, 6 de noviembre de 2008

Soneto

Aunque cualquier forma poética me gusta, la verdad es que al soneto le tengo un especial cariño. Puede ser que, como al Caballero de la triste figura, el exceso de lecturas de Quevedo y Góngora sea el causante de tamaño desvarío.
De todos modos, lo que está claro es que se trata de una de las estructuras poéticas más elaboradas (en mi opinión), con sus potentes rimas consonantes, sus endecasílabos encadenadas al modo clásico (abba abba cdc dcd) y la musicalidad que le otorga la acentuación de las sílabas 6ª y 10ª.
Pues ahí va un ejemplo:


Del barro, Dios, tu cuerpo ha modelado
consiguiendo una suave anatomía.
Yo exploro tu dulce geografía
al despertar, y estás siempre a mi lado.

El calor que tu carne me ha dejado,
cuando tu piel se funde con la mía,
me abrasa, pero al tiempo me confía
como fuego de amor enamorado.

Quedándome finalmente vencido,
al guión de tu ritmo me someto,
a tu exacta cintura me he ceñido.

Mi avaricia saturas por completo,
y en respuesta de un ser agradecido
te dedico este explícito soneto.