jueves, 8 de octubre de 2009

Es muy fácil

Es muy difícil contar las estrellas que hay en el cielo,

y saber lo lejos que están,

y si alguien, desde alguna de ellas, nos está mirando.


Pero es muy fácil, en las noches de verano,

tumbarse sobre la hierba fresca

y contemplarlas mientras corren y se apagan,

y dejar que nuestros sueños vuelen hasta ellas.



Es muy difícil saber cuánta agua hay en el mar,

y los animales y plantas que habitan en sus fondos,

y dónde estarán mañana las gotas que me bañan hoy.


Pero es muy fácil, en los días de verano,

zambullirse en sus aguas saladas que enrojecen los ojos,

y buscar tesoros escondidos por piratas barbudos,

y sirenas que cantan con sus ojos tristes.



Es muy difícil hacer acrobacias con una cometa,

que suba y que baje y que de vueltas sin parar,

y que no caiga al suelo con sus hilos enredados.


Pero es muy fácil, con la ayuda del viento,

dejar que nuestros sueños suban por sus hilos hasta el final,

y soltarlos entonces para que vuelen como palomas,

y que se enreden con los sueños de los otros.



Es muy difícil subir a un árbol grande sin caerse,

sin estropear sus ramas y sus hojas,

y sin que los pájaros se asusten y se vayan de sus nidos.


Pero es muy fácil, cuando el sol calienta,

tumbarse bajo su sombra oscura y cerrar los ojos,

oír el sonido de sus hojas mecidas por la brisa,

y dejar que el canto de los pájaros acompañe los sueños.



Es muy difícil saber cuánto dolor causa una ofensa,

y si algún día se podrá olvidar,

y volver atrás el tiempo para que no hubiera pasado.


Pero es muy fácil, con los brazos abiertos,

mirar a los ojos y pedir perdón,

y dejar que las lágrimas limpien el corazón roto,

y soñar que nos damos la mano para seguir caminando.